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lunes, noviembre 06, 2006

Estrictamente personal --- RAYMUNDO RIVA PALACIO

Pepe el guerrillero

¿Cómo adaptar un proyecto de izquierda a la realidad mundial? La respuesta viene de un viejo líder rebelde

MONTEVIDEO.- José Mújica tiene 71 años, le faltan los dientes frontales y vive en el campo, a 40 minutos de esta capital, en una casa humilde que hasta hace dos años tenía piso de tierra y que todavía tiene paja amontonada en el suelo del cambio de techo por uno de asbesto. Cuida un invernadero al que le da forma y vida. Es defensa y prédica de un hombre singular, que sobrevivió más de una década en el aislamiento total, salvo por sus torturadores que lo dejaban colgado en las noches de invierno con medio cuerpo sumergido en agua y de día le daban choques eléctricos en los testículos cuando la dictadura acabó con los tupamaros , de quienes era uno de sus jefes militares, y que hoy es la razón por la que Tabaré Vázquez gobierna Uruguay y la izquierda latinoamericana tiene, en medio de su crisis de pensamiento, una posibilidad real de evolución intelectual.

Pepe, como todos los conocen en Uruguay, es senador con licencia y ministro de Ganadería. Su claridad y actitud moral y política le dio 30% del voto a Vázquez, quien tuvo en el partido político que encabezan los ex guerrilleros tupamaros la principal fuerza de la coalición gobernante. Tras Mújica se fue el voto de los pobres, y el de las clases medias, e inclusive, alguno de las clases más pudientes. Galvanizó esa fuerza a través de uno de los pensamientos de izquierda más refinados en América Latina, en evolución permanente, y que presenta una verdadera opción ante los charlatanes arropados en trazos ideológicos vacíos. Ese avance lo define como "ética del conocimiento", a través de lo cual comprendió, como sus viejos camaradas, que la lucha armada había dejado de ser una opción.

"Para tratar de participar, para superar siquiera las iniquidades, no podíamos sentarnos en la vereda a esperar la utopía, sino a meterse en los hechos y resolver los problemas de la gente", dice Mújica, quien escapó de la cárcel de Punta Carretas, hoy convertida en el centro comercial más importante de Uruguay, y que se exilió en Cuba ayudado por otro personaje peculiar, Fernando Gutiérrez Barrios. Pero, confiesa, si no hubieran vivido lo que vivieron, en la represión, la cárcel y el exilio, tampoco podrían haber llegado los tupamaros a esta nueva concepción de la política de izquierda. "Esa cárcel, durante más de una década de soledad absoluta, fue un laboratorio para nuestra propia personalidad", recuerda. "Cómo no volverse loco era el desafío, cómo galopar hacia dentro. Lo extremo y lo malo, no es que nos gusten, pero también tienen sus lados buenos. Toda derrota y todo desastre tienen una siembra si sabemos encontrarlo".

Los tupamaros eran un referente entre las guerrillas latinoamericanas. Educados sus líderes, sofisticados sus métodos, creativos para soportar a una de las dictaduras cuando la doctrina de seguridad nacional era el imperativo estadounidense en un país sin montañas ni escondites naturales, varios de ellos forman ahora parte del gobierno de Vázquez. "Hoy nos toca el oficio de lidiar con la realidad, y no vamos a tocar el cielo con las manos, pero quizás unos cuántos más coman todos los días", dice Mújica. "Estamos en una época de tránsito, intermedio, donde no terminamos de entender a los viejos dioses que son fetiches, porque no hemos podido crear nuevos paradigmas. Por eso es una época por un lado frustrante y por la otra bastante negativa en el pensamiento, porque lo que planteábamos hace unas décadas tuvo una implosión, pero el mundo nos colocó en que esas viejas premisas, esos viejos caminos, no nos llevan a ningún lado".

Cuando uno escucha a Mújica en el contexto clásico de la izquierda, puede llegar a desconcertar. Es un simpatizante de la integración comercial y del libre mercado, pero no ha dejado de ser un socialista revolucionario. "La izquierda tiene una crisis de pensamiento brutal", admite. "Por un lado se aferra a patrones viejos, a su vieja iglesia, porque necesita luz y no la encuentra sin mirar hacia atrás. Por otro, negocia y se pasa a la avenida de enfrente con el pretexto de que es una nueva izquierda, pero no es nueva sino abdicación. No tenemos respuesta para semejante dilema, pero nos acercamos a los dilemas con armas melladas. Ha habido una revolución total y no la hemos incorporado al pensamiento. De nuestros abuelos recogimos el racionalismo, pero también el fanatismo y el absolutismo. Nos sirve conocerlos para no cometer los errores de ellos, y también para tener el coraje de cometer nuevos errores".

Latinoamérica no parece una región donde haya una izquierda que camine por semejante vereda. Lula parece ser el subproducto más refinado, pero Néstor Kirchner, que asume un liderazgo peronista que muchos identifican como un populismo de derecha, se acerca más a la decepción. Los socialdemócratas chilenos pueden haber cruzado la avenida que menciona Mújica, y a Alan García lo ven en América del Sur como alguien que, en definitiva, se mudó de campo. Hugo Chávez está mucho más cerca de Perón, y Andrés Manuel López Obrador es más un híbrido entre Luis Echeverría y Kirchner. ¿En dónde evolucionaron los tupamaros? ¿En dónde Mújica? "Cómo empezó, no lo sé -dice-. Pensando sólo abstracto puede llevarnos a una hermosa nebulosa. Sin embargo, a pesar de su hermosura puede estar muy alejado de la realidad. Puede ser un callejón sin salida o llevarnos a ninguna parte".

Cuando salieron de la cárcel no pensaron en la continuación de la lucha armada. Pensaron en la gente, en las masas, que Mújica sigue pensando que es donde se encuentra la fuerza potencial. "Pero hay que respetarlas. Las masas son Sancho, pero al final, Sancho también es El Quijote". Optaron por incorporarse a la vía legal y constitucional, integrándose en el Frente Amplio que hoy gobierna Uruguay. "La vida nos fue enseñando que había un conjunto de recursos políticos y posibilidades. Plantear la lucha armada en esas condiciones hubiera sido un error tan fantástico que se hubiera visto como un gesto de provocación. Después se fueron acumulando transformaciones en el mundo que si hubiéramos estado en armas, nos habríamos divorciado de la gente y nos hubiera convertido en un instrumento de la derecha reaccionaria".

El nuevo pensamiento de izquierda que refleja Mújica ya no plantea el paraíso de un mundo sin clases. Pero cuidado, ataja, "no abdicamos a nuestra vida socialista. Lo que creemos es que no habría ninguna sociedad socialista en sociedades pobres y analfabetas. El socialismo es una fruta madura que requiere sociedades educadas. El socialismo no se puede dar en una sociedad bruta. Hay que refrendar el campo del pensamiento, es absolutamente necesario porque el capitalismo está cuestionando todo". ¿Cómo se ha dado la sofisticación del pensamiento? "Pertenecemos a una clase de viejos luchadores -confía- con más humildad, por el tamaño de nuestra derrota".

rriva@eluniversal.com.mx

r_rivapalacio@yahoo.com