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viernes, diciembre 01, 2006

Estrictamente personal --- RAYMUNDO RIVA PALACIO


Felipe Calderón tiene prisa por sentarse en la silla presidencial, ejercer el poder y mostrar una marcada diferencia con su predecesor Vicente Fox, quien arrancó su sexenio tirándose un clavado a la mar de lo inútil. Antes de cumplir su primer día como Presidente, Calderón buscará estar a la altura de las altas expectativas de un electorado —las encuestas tienen más elevado el porcentaje de esperanza que hace seis años— tranquilo del bolsillo y molesto o desilusionado por la conducta de Andrés Manuel López Obrador. Calderón lanzará 100 acciones en 100 días, que son una catarata de iniciativas en todos los campos, algunos efectistas de corto y mediano plazo, y otros que definitivamente pretenden cambiar el rumbo nacional.

El mosaico de iniciativas está dividido en cinco grandes temas generales: respeto al estado de derecho y seguridad pública, economía competitiva y generadora de empleos, igualdad de oportunidades, desarrollo sustentable, democracia efectiva y política exterior responsable, que dibujan un arranque de gobierno con intenciones e intencionalidades solapadas que van a encontrar resistencias, particularmente si como hasta ahora, carece de alianzas políticas con los partidos de oposición. Calderón sí plantea cambios fundamentales. Uno de ellos es la promoción de iniciativas de ley para reformas electorales de segunda generación, entre las cuales sobresalen la reducción del financiamiento a los partidos políticos (que el próximo año recibirán casi 3 mil millones de pesos de los contribuyentes), disminuir el número de diputados y senadores (otra fuente de ingresos legales para actividades políticas extralegislativas), reducir el tiempo de las campañas políticas y reorganizar procesos electorales a fin de llevar las diferentes jornadas a un solo día. Estas reformas, una demanda social de hace años, han sido sistemáticamente bloqueadas por los partidos políticos que no desean perder sus prebendas económicas.

Calderón podrá encontrar apoyo mediático en ese tema, pero se meterá en un pantano en materia energética, al querer una nueva ley que permita a Pemex realizar asociaciones tecnológicas con otras empresas del sector para la explotación de yacimientos en aguas profundas. Esta iniciativa parece un disfraz para abrir la empresa a asociaciones con empresas extranjeras. Nadie en México tiene el equipo para explorar hidrocarburos, con lo cual abre la posibilidad de que se instalen en México compañías extranjeras con capacidad técnica para que entre capital foráneo en Pemex por la puerta de atrás. Junto con ello plantea la introducción de iniciativas de ley para atraer “inversión complementaria” a la del Estado en refinación y petroquímica, lo que sentará el precedente para la privatización de ese sector. Otro punto controvertido que va en la misma línea se refiere a la promoción de leyes y reglamentos que permitan contratos bilaterales entre los consumidores y los productores de energía eléctrica.

Este paquete de acciones van en la lógica del abatimiento de sectores protegidos de la economía nacional, bajo cuyo contexto incluye una serie de reformas en telecomunicaciones, como el buscar que a partir del segundo semestre del próximo año, los usuarios de teléfonos puedan cambiar a la compañía que mejor precio y servicio les dé sin perder su número, lo que parece inocuo pero que es un desestimulante de la competencia. Desde un principio, Calderón apostará a la convergencia tecnológica, y tratará de eliminar las barreras regulatorias a fin de permitir a toda la red pública de telecomunicaciones la prestación de televisión, telefonía, internet y transmisión de datos, que ha sido uno de los puntos más polémicos entre el gobierno y los grandes capitales mexicanos en los últimos meses. Parte importante de este capítulo es la apertura, desde el primer semestre de 2007, de nuevos canales de radio y televisión en todo el país, tanto comercial como cultural, educativa, comunitaria y oficial.

Los monopolios y los grandes capitales no son los únicos en formar parte de los objetivos del primer trimestre del nuevo gobierno. Un amplio paquete de medidas en beneficio de los sectores más marginados, que votaron minoritariamente por Calderón en la elección presidencial, fue incluido en las 100 acciones. Propone apoyos económicos para familias que ganan menos de tres salarios mínimos para el enganche de una vivienda y duplicar el monto destinado al programa de microcréditos. Lanzará una nueva estrategia para combatir la pobreza en zonas urbanas y desarrollará un nuevo programa, Oportunidades Energético, de subsidio de electricidad para las familias más pobres. Calderón irá también por el estímulo para el empleo de adultos mayores, aunque en sus 100 iniciativas no incluye programa alguno para el empleo entre los jóvenes, segmento que le aportó considerables votos en la elección. El diseño de estas iniciativas sugiere más un mecanismo de control y cooptación de los votantes de López Obrador, que una congruencia programática a sus planteamientos de campaña.

Pero no hay más iniciativas en ningún campo que las 21 que se refieren a la seguridad pública, donde hay golpes efectistas y medidas profun-

das. Pretende diseñar una policía metropolitana del valle de México, asumiendo que el gobierno del Distrito Federal, su enemigo, acepte ceder poder. Pero lo más avanzado se encuentra en la iniciativa 3 del plan, “mando único para la policía” que es una estructura en ciernes de la seguridad territorial estadounidense, donde se buscará dar unidad de mando a todas las policías federales, la AFI, y las policías de Migración y de Aduanas. En el esquema de seguridad conecta con la iniciativa en política exterior que se refiere a la institucionalización de la Alianza para la Seguridad y Prosperidad en América del Norte que suscribió el gobierno foxista el año pasado creando, junto con Estados Unidos y Canadá, un gobierno en la sombra y metalegal, que crea un escudo de seguridad trinacional sin rendir cuentas al Legislativo.

Aunque no lo especifica, el documento sienta las bases para la reactivación del modelo operativo del gobierno en el sexenio de Carlos Salinas, pues define la creación de dos gabinetes, de seguridad nacional y pública, y de política exterior, que empezarán a trabajar desde el primer día. Salinas creó un sistema de gabinetes manejados por la Presidencia, y Calderón copió el modelo, que será operado por el José Córdoba del panista, Juan Camilo Mouriño. A Salinas le funcionó muy bien, y articuló una estrategia de gobierno tras asumir el poder en situación controvertida y complicada. Igual que Calderón, pero con una diferencia sustancial negativa para el panista. A diferencia de Salinas, no tiene consensos políticos ni siquiera dentro de su partido. Esta diferencia hace, de los arranques sexenales, que el de Calderón sea el más complicado y difícil en la historia moderna de México.

rriva@eluniversal.com.mx r_rivapalacio@yahoo.com