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lunes, noviembre 13, 2006

DESDE EMEEQUIS... http://eme-equis.com.mx


Por Juan Luis Hernández

Nunca antes en la historia política del país la tercera fuerza partidaria había tenido tanto poder, y nunca antes la primera fuerza partidista había tenido tan poco. Paradójicamente, el PRI fue el gran perdedor de las elecciones del 2 de julio, pero es el que más beneficios ha obtenido del conflicto poselectoral. De los tres partidos mayores, es el que tiene menos diputados, pero preside la importante Junta de Coordinación Política, se quedó con la fundamental Comisión de Hacienda y ha sido determinante que en la Cámara de Senadores un priista presida la Comisión de Gobernación que decidió no desaparecer los poderes en Oaxaca.
En los últimos meses los priistas han sido dueños de la agenda política. Al protagonismo legislativo se ha agregado el asunto de Oaxaca, donde otra vez el PRI es pieza fundamental. Un típico problema de autoritarismo regional ha desatado un conflicto social que sube de tono sin que la primera fuerza política del país pueda hacer mayor cosa que defender lo indefendible. La tercera fuerza tiene acorralados al foxismo y al calderonismo y de paso se está convirtiendo en la mejor vendedora del costo político.
El PRI ha sabido capitalizar la polarización política derivada del proceso electoral entre la derecha panista y la izquierda perredista. Tanto el PAN como el PRD se mueven bajo condicionamientos ideológicos: los panistas están claramente identificados con el neoliberalismo y por ningún motivo harán resucitar al Estado de bienestar; los perredistas nunca votarán por la privatización de los sectores energéticos ni aprobarán el IVA en alimentos y medicinas. Sus principios doctrinales sí influyen en sus acciones. En cambio, el PRI se mueve en clave pragmática. Eso le permite jugar con el espectro programático y ladearse o inclinar sus votos según la coyuntura y los intereses en cuestión.
Los priistas están sacando rédito político de las posiciones maximalistas que tanto Fox como AMLO estimularon. Pero la expresión más patética de su poder es la manera en que han propiciado que el gobierno federal y el PAN apoyen un régimen político estatal autoritario, caciquil, con claras evidencias mafiocráticas y un claro representante del priato que el electorado rechazó en las urnas en julio pasado. La crisis política de las últimas semanas está focalizada en la obstinación de Ulises Ruiz por no renunciar, pero sobre todo, en la determinación del PRI de apoyarlo con la única intención de mostrarle al PAN, a Fox y a Calderón que la gobernabilidad venidera atraviesa sólo por la posición tricolor.
Lo han dicho de todas las formas posibles: si el gobierno federal hace rodar la cabeza de Ruiz, el PRI no hará quórum el 1 de diciembre en la toma de posesión de Calderón, evidente ante la esperable ausencia de los perredistas. También han dicho que sentaría un mal precedente y que se incentivaría la insurrección popular en otros estados y aún más a nivel nacional para pedir la cabeza de Calderón. Ya sea una u otra amenaza, el mensaje ha llegado a los panistas. Transcurridos cinco meses, Ruiz sigue operando con entera impunidad grupos paramilitares, hay más de 60 desaparecidos a raíz de la incursión de la PFP en la capital oaxaqueña y los más de 50 detenidos de la APPO han ido a parar a la temible Procuraduría General de Justicia del Estado.
Incluso en el mejor escenario, es decir, la salida del gobernador a través de la licencia u otro mecanismo, el PRI seguirá teniendo el control de la plaza. En suma, aun satisfaciendo la única demanda de la APPO, el PRI no pierde. Por el contrario, habrá demostrado a lo largo de estos meses que en el país nada avanza sin su consentimiento.
¿Por qué tiene ese poder el PRI? ¿Por qué ha sido posible la sobrevivencia política de Ulises Ruiz? Todo apunta a la enorme fragilidad con que el panismo construyó su escenario poselectoral. Toda victoria y derrota son aparentes, dice Sun Tzu. El panismo ganó con un alto costo la Presidencia. Hoy está entregado a la lógica y estrategia del PRI. En buena medida eso se debe a que el panismo y el calderonismo aniquilaron al perredismo como interlocutor al utilizar rudeza innecesaria en su propaganda negativa en la campaña. Es evidente que Calderón y el PAN necesitan al PRI para gobernar, para hacer frente a la oposición perredista radicalizada, para hacer frente a la oposición lopezobradorista que hará un severo marcaje. Pero el PRI está cobrando muy alto sus servicios.
¿Qué pensarán los 15 millones de personas que votaron por Calderón y que observan ahora al PRIAN como una realidad ineludible? ¿Esos 15 millones hubiesen votado igual si hubieran sabido que el gobierno panista estaría en mancuerna con el PRI?
El PAN tiene en su historia múltiples facetas heroicas de cuando sus militantes enfrentaban a gobiernos estatales arcaicos, autoritarios, caciquiles y represores. Hoy el PAN en el gobierno federal y en el Poder Legislativo le ha dado cobertura institucional a un gobernador que representa en su justa dimensión al viejo sistema político. No cabe duda, el PRI está sacando la experiencia de su clase política y lo que no le dieron las urnas lo está tomando de la torpeza y el callejón sin salida que los propios panistas se construyeron. Tanta guerra sucia contra AMLO y tanta belicosidad contra la oligarquía para que, a final de cuentas, el que esté obteniendo los mejores réditos es el nunca desaparecido Partido Revolucionario Institucional.

*Maestro en ciencia política, actualmente es catedrático de ciencia política en la Universidad Iberoamericana. Es autor de varios libros, el más reciente de ellos, Dios y el César: itinerario político de la Iglesia, acaba de salir a la circulación.