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sábado, noviembre 11, 2006

EN LA OPINION DE...

La reaparición de AMLO y sus efectos en el sistema político

Por Daniel Adame Osorio*

La formalización del Frente Amplio Progresista como brazo político del movimiento liderado por Andrés Manuel López Obrador y la convocatoria previa que culminó en la Convención Nacional Democrática que lo designó “presidente legítimo” de México en un acto que coronó su estancia en el corazón de la patria aquel 16 de septiembre del año en curso y, en medio del júbilo de sus seguidores, el tabasqueño se dispuso a fortalecer su movimiento, con la creación de su frente político y con ello detenta en el tiempo, los controles que dieron vigor a la Alianza por el Bien de Todos.

Concluido el proceso electoral, el mérito más relevante en la coyuntura logrado por AMLO es su capacidad para articular su movimiento con un armado institucional que le permite disponer de apoyo político para su causa, de los grupos parlamentarios en el congreso de la unión y en buena medida en los congresos estatales del PRD, PT y Convergencia. La medida es por sí misma una jugada política notable al reunir a los partidos que integraron la coalición por el bien de todos en el largo plazo, pero no para defender o impulsar una causa nacional o para abrir un debate público sobre cómo construir el futuro de la izquierda mexicana.

La constitución del Frente Amplio Progresista comete (otra vez) el error estratégico de las élites políticas acostumbradas a la articulación de un movimiento en torno a un personaje y no para fortalecer las normas de un esquema democrático.

Así, la última incursión exitosa del tabasqueño en torno a iniciativas políticas tuvo lugar en efecto el 16 de septiembre pasado, cuando logró amarrar en torno a su personalidad, a los dirigentes de los partidos políticos que los postularon como candidato presidencial y que optaron por apoyar la autoproclamación del tabasqueño como presidente legítimo.

Después de ese evento, todo ha ido cuesta arriba, primero porque en su búsqueda de oxígeno para el candidato de la coalición por el bien de todos para el gobierno de Tabasco, encabezada por el PRD y el PT, Raúl Ojeda, López Obrador tomó el control de la campaña electoral desplazando al candidato a gobernador (por tercera vez). En ese lance, AMLO hizo mal el cálculo en torno a la preferencia de los votantes que en la elección presidencial se volcaron en torno del ex jefe de Gobierno de la ciudad de México, pero que en la elección para gobernador, optaron por el candidato del PRI que previamente ocupó la presidencia municipal del municipio de Centro, lo que confirma la percepción de Pablo González Casanova en torno a la fortaleza del PRI como “un partido de partidos regionales”.

Con ese golpe espectacular a cuestas, el tabasqueño optó por reiniciar sus actividades, anunciando una gira por todo el país, en la que dará forma a su resistencia como presidente legítimo y servirá como su plataforma no sólo para garantizar su subsistencia política, sino para articular el movimiento que acompañará a la presidencia de Felipe Calderón a partir del 1 de diciembre próximo. En ese propósito, el activismo del michoacano ha superado a AMLO, pues ya logró reunir en uno de los actos de su programa 2030 a los gobernadores del PRD, en un encuentro en que si bien sólo Lázaro Cárdenas se refirió a Calderón como presidente electo, lo cierto es que sus homólogos del sol azteca desplegaron su acción política en sus discursos demandando solicitudes específicas en diversas ramas de la administración a Felipe Calderón Hinojosa.

En ese contexto, López Obrador si bien ha reaparecido en el escenario político, es evidente que su liderazgo está en cuestión, porque su acto político más relevante previo a su “toma de posesión” el 20 de noviembre con todo y el empujoncito de la administración Fox al cancelar el desfile deportivo de esa fecha, se trató de un evento en que si bien López Obrador reveló el primer paquete de miembros de su gabinete sombra, lo cierto es que ese acto no contó con el impacto anhelado por el tabasqueño, primero porque hubo ausencias muy relevantes como la del presidente nacional del PRD, Leonel Cota Montaño y la de los gobernadores del sol azteca, que están en la búsqueda de poner a resguardo los intereses propios y los de las entidades que administran.

En ese escenario, cabe reflexionar en torno a la fortaleza de la acción política desplegada por el tabasqueño, sobre todo si como afirma, hará todo para evitar la formalización en la asunción al poder de Felipe Calderón como presidente de los Estados Unidos Mexicanos. Al respecto, cabe una preguntarnos ¿qué es lo que en el momento actual puede lograr AMLO no sólo para impedir la toma de posesión de Calderón, sino más aún, dado el actual diseño institucional, más tarde o más temprano los legisladores del Frente Amplio Progresista entraran a una lógica de negociación con los poderes públicos constituidos?

  • *Politólogo y Administrador Público por la Universidad Iberoamericana, México; consultor político y presidente de la Agrupación Política Nacional Causa Común por México, en Morelos, México.