No es pleito de Calderón

Ocho columnas del domingo: “Impediremos la toma de posesión a toda costa”. Ocho columnas del lunes: “Tomará posesión a toda costa”. El lunes en la radio: “De ninguna manera se pondrá la banda presidencial en San Lázaro”. En la radio, también el lunes: “Se la pondrá, no permitiremos que un acto de violencia y arbitrariedad lo impida”. Un tercero, también el lunes: sería prudente que considerara no aparecerse el 1 de diciembre.

Todos peleando por causa de los viejos agravios. Cada uno calculando sus ganancias, saboreando las sobras de la tragantona. Pero ¿qué piensa hacer Felipe Calderón, personaje de ese día? Su equipo ha dicho que asistirá a la sesión de Congreso General. Si ese es el caso, y el clima no mejora significativamente, creo que dejarse llevar por una gresca de matarifes que escupen al piso, por una riña machista de políticos con réferi interesado, será su primer error presidencial.

El responsable de procesos legislativos del PAN en la Cámara, Cristian Castaño, dijo ya que legalmente no pasaría nada si Calderón no va a San Lázaro. ¿A qué va entonces? ¿A dar fe de la última zacapela del foxismo? ¿A jurar y hacer jurar la Constitución circundado por soldados y policías? ¿A ver cómo descalabran a un senador, que a la salida dirá que fue víctima de la brutal represión calderonista?

Las pasiones están muy exaltadas para debutar con un drama o, peor, con una farsa. No ir a San Lázaro no será una cicatriz en la frente los siguientes 5 años y 364 días. Al contrario, limar asperezas, reducir tensiones con gestos de estadista, podría ser un buen arranque en esta intemperie.

La ley no lo obliga a asistir. Y, lo más importante: el pleito de estos panistas con estos perredistas y estos priistas no es suyo. No todavía.