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martes, noviembre 07, 2006

Indignación armada


Cinco organizaciones guerrilleras han asumido la autoría de los bombazos en el Tribunal Electoral, el PRI y una sucursal bancaria. El colectivo guerrillero lo integran el Movimiento Revolucionario Lucio Cabañas Barrientos, la Tendencia Democrática Revolucionaria-Ejército del Pueblo, la Organización Insurgente 1 de Mayo, la Brigada de Ajusticiamiento 2 de Diciembre y las Brigadas Populares de Liberación.

El motivo inmediato es reaccionar frente a lo que está ocurriendo en Oaxaca. “Mientras permanezcan las fuerzas federales de ocupación en territorio oaxaqueño; mientras Ulises Ruiz Ortiz permanezca oficialmente al frente del gobierno oaxaqueño y siga siendo respaldado por el gobierno federal panista; mientras las fuerzas represivas federales y locales sigan reprimiendo al pueblo para acallar su protesta y someterlo, los militantes y combatientes de nuestras estructuras revolucionarias armadas seguiremos accionando política y militarmente contra los responsables políticos de esta situación”, se lee en el “manifiesto a la nación número tres”.

Pero también hablan por otros lugares y otros movimientos que se han suscitado en el último año. El origen fundamental son “la injusticia, la antidemocracia, el fraude de Estado y, de manera general, la violencia neoliberal institucionalizada que los señores del poder y del dinero han desatado contra el pueblo en lucha en Sicartsa, Atenco, Guerrero, Chiapas y Oaxaca, a fin de seguir imponiendo, de manera espuria, su dominación política en todo el país”.

Anuncian, asimismo, de nuevas incursiones. “En todos estos casos, nuestro accionar se seguirá dirigiendo y ampliando contra las 40 principales empresas nacionales y transnacionales, así como contra las instituciones políticas y gubernamentales espurias, que financiaron y operaron el fraude de Estado y que se encuentran detrás de la violencia institucionalizada neoliberal desatada contra el pueblo en lucha y sus organizaciones sociales”.

Advierten también del uso del miedo contra la población. “Sirva este mensaje para advertir contra todo intento gubernamental de usar nuestro accionar político-militar como pretexto para generar psicosis en la ciudadanía y seguir reprimiendo a las diversas organizaciones y movimientos civiles y pacíficos”.

Por último, justifican así su aparición colectiva, inédita e inimaginable hace apenas unos meses: “Nuestro accionar político militar responde al compromiso asumido y a la convicción de replicar con la violencia revolucionaria la violencia reaccionaria desatada por los señores del poder y del dinero, y a la certeza de que la clerigalla fascista no entiende otras razones que no sean las de la fuerza social multitudinaria, la autodefensa popular y la indignación armada”.

Una vez más, como ha acontecido desde 1994, con la aparición del EZLN, un ¡Ya basta! insurgente, rebelde y armado, surge en plena transición gubernamental. Una vez más, como ha acontecido desde entonces, no se cuestionan los fines, sino los métodos.

Violencia llama violencia. La violencia institucionalizada que significó la campaña del miedo contra el candidato de la izquierda electoral, la actuación parcial del IFE, el fallo insólito del Tribunal Electoral, la intromisión empresarial descarada en la contienda presidencial, así como el manejo insensible y caciquil del caso Oaxaca, abonaron el camino a la aparición de este colectivo guerrillero. Quien sembró odio y miedo, está cosechando violencia e inestabilidad.

Sin embargo, la “violencia revolucionaria” está lejos de ser un camino alternativo en este momento. La “indignación armada” es entendible como reacción, pero es inaceptable como programa de acción. Hay que transformar las instituciones políticas, no violentarlas. Hay que rescatar la vía electoral, no cancelarla. Hay que defender al pueblo, no exponerlo.

En este país hay mucha indignación. Por los bajos salarios, por el desempleo, por la corrupción, por la inseguridad pública, por la pobreza, por las desigualdades, por el resultado electoral, por la imposición presidencial. Hay que armar esa indignación no con la violencia política, sino con la movilización social, la presencia electoral y la organización política.

La violencia reaccionaria “desatada por los señores del poder y del dinero” está abriendo la puerta a la “violencia revolucionaria” de un colectivo de organizaciones guerrilleras. Sin embargo, el problema no es abrir la puerta a la violencia, sino cerrarla después. Ya que en esos intentos podemos perder las mejores causas y cauces de nuestra democracia.

ricardo_monreal_avila@yahoo.com.mx