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lunes, noviembre 06, 2006

RECOMENDACION...

Les recomiendo esta nota que sale hoy en EL PROCESO en su edición dominical. Me parece que debemos ponernos las pilas y aprovechar este momento histórico, que como sabemos como líder tenemos a AMLO, pero el soporte de AMLO no es ni el PRD, ni el PT, ni Convergencia, no serán más los partidos (sean del color que sean) los que sacarán a flote el país. SEREMOS NOSOTROS LOS CIUDADANOS, EL PUEBLO, INCLUSO A TRAVÉS DE LOS PARTIDOS, QUIZÁS LO SEA MÁS POR MEDIO DE LA LUCHA SOCIAL, NOSOTROS SEREMOS LOS QUE TEJEREMOS JUNTOS LA NUEVA HISTORIA DE MÉXICO.

LA LUCHA DEL PUEBLO

Enrique Maza



México parece estar cada vez más lejos de encontrar una expresión política para sus problemas sociales y de elaborar una política de reformas verdaderas y profundas para solucionarlos. Juárez, en su lucha contra los conservadores -hoy neo liberales- y los intereses extranjeros -que nos siguen exprimiendo, a través del mercado-, tuvo la convicción de que el pueblo mexicano lucharía siempre por sus derechos y su libertad.

El pueblo de Oaxaca, tierra de Juárez, ha conservado y revivido esa convicción de lucha, ante la incompetencia autoritaria del gobierno para elaborar una política fundada en los derechos democráticos y en la más elemental justicia; no en el cinismo, en la violencia, en la mentira constante y en una hipócrita cobardía. Vivimos en el deterioro del sistema político y en el abandono de una transformación social indispensable e impostergable, como la que hace falta en Oaxaca, tierra de hambre, de olvido y de represión violenta.

El movimiento de Oaxaca es legítimo y ha sido deliberadamente pacífico contra un gobernador impuesto, incapaz y violento. Pero los intereses políticos sucios se impusieron. Hace ya buen tiempo que las instituciones dejaron de servir para dar solución a las demandas sociales: empleo, salarios dignos, alimentación, tierra, justicia y un largo etcétera donde hoy prevalecen hambre, enfermedad y migración.

Hay una ruptura entre el Estado y la realidad. Y han querido parcharla con la mentira, con la hipocresía y con la represión de los movimientos y de las protestas sociales que no se integran al sistema político. Pero ya surgen los movimientos populares, como el zapatista y la APPO, que significan el surgir de la esperanza. Se suman los maestros de Michoacán.

Por el otro lado, la política -que ya no es de partidos, sino de intereses- no sabe cómo manejar un movimiento popular y pacífico de protesta legítima, si no es con la propaganda mentirosa que lo ensucia -las campañas de odio- y la represión de siempre que, al parecer, es lo único que los políticos saben hacer frente al pueblo. Vuelven tercamente a lo mismo, al intento de explicar y dominar la realidad sólo a partir de sus intereses personales de dinero y de poder, mientras cacarean su dedicación al pueblo y su devoción por la justicia social. Tratan de hacemos entender nuestra realidad desde algún supuesto sistema doctrinal que encubre el rechazo sistemático de los derechos del pueblo y la cancelación, sexenio tras sexenio, de lo que nunca convierten en realidad: empleos bien remunerados, la tierra para el campesino, la posibilidad de comer bien todos los días. Y así sin término. El poeta mexicano Enrique González Martínez lo dijo así, en su Diluvio de fuego: "Traicionásteis la vida / creyendo que era buena sólo para cantarla, / y la mentira en triunfo / entró con sus banderas desplegadas... y entonásteis el himno de la inocencia y de la gracia." El rechazo sistemático y a priori de las necesidades y de los derechos del otro -fundamentalmente del pueblo empobrecido-, y la defensa a ultranza del enriquecimiento personal y de clase, se convertido en los elementos funcionales para la toma de conciencia de la identidad política; en consecuencia, para la dirección del quehacer político. Se trata de dominar y asegurar el poder económico, político y social, para reestructurar a la sociedad acuerdo con las convicciones doctrinarias del grupo en el poder. En otras palabras acabar con la Revolución Mexicana y con lo que quede de su ideología, para reconfigurar a la sociedad y esconder sus intenciones bajo el manto de un discurso que recubra la verdad de los hechos y de las cosas con las justificaciones mentirosas de una derecha neo liberal y católica. Este parece ser el nuevo ciclo de nuestra historia. ese contexto, su política, su economía y su religión obligan a reprimir y castigar a los insumisos de Oaxaca.

Usan el lenguaje para esconder la realidad y su responsabilidad. Basta leer las patéticas declaraciones de Felipe Calderón sobre Oaxaca. Por ejemplo, dijo que el uso de la fuerza pública, el estado de derecho y la preservación del orden público son funciones primarias y esenciales de todo gobierno; sólo así los ciudadanos pueden vivir seguros con plena integridad física y patrimonial.

Eso dijo. ¿Qué tanto es el patrimonio de los oaxaqueños que viven en los municipios que constituyen 42% de los más pobres del país? Oaxaca ocupa, entre los estados de la República, el lugar 31 en acceso a los servicios médicos, el primero en mortalidad y el segundo en mortalidad infantil; el último lugar de la República en disponibilidad de servicios básicos yagua potable; tercer lugar en población analfabeta (más de 13% de su población total); cuarto lugar en deserción escolar primaria. Y estos son sólo algunos datos.

¿Conoce Calderón la realidad trágica de Oaxaca? ¿A qué seguridad patrimonial de los oaxaqueños se refiere? ¿Se está burlando? ¿Sabe de qué habla, o habla para ocultar la realidad con su discurso, como están haciendo los políticos? Dice que en primer lugar está Oaxaca. Oaxaca es una abstracción; los oaxaqueños son la realidad, una reali. dad hiriente que está entre el 60% más pobre del país. Si sabe ese dato, Calderón, ¿por qué lo oculta? Avalar la permanencia de Ulises Ruiz es avalar que se siga reprimiendo y exprimiendo el supuesto patrimonio de los más pobres del país. Si así va a ser su gobierno, estamos fritos.

Por eso son tan importantes el movimiento oaxaqueño de la APPO, el zapatismo, el apoyo de los maestros de Michoacán, la toma del Zócalo y del Paseo de la Reforma contra el fraude electoral y todos los movimientos populares no violentos que han surgido y van a surgir. No es posible ni humano que sigamos soportando el gobierno de élites neoliberales autóctonas apoyadas y dirigidas por la economía neoliberal globalizada. Hace falta esta radicalidad política popular, esta decisión inquebrantable y pacífica que le permita al pueblo escapar de su situación de pobreza y de sumisión, para hacer realidad un modelo de auténtica transformación social. Y más frente al cinismo priista y, sobre todo, a la soberbia panista, finalmente en el poder, que se pretende dueña de la verdad y que lleva a Dios amarrado a su desquite, a su avaricia y a su prepotencia.